<<El miércoles todo parecía normal, la bebé de 3 meses corría y jugaba con su hermana y sus papás. Llegada la hora de cenar no quiso comer nada. Pensamos que era raro lo que nos hizo estar pendientes y observar su comportamiento.
El jueves desayunó sin problemas aunque
notamos que tomaba poca agua. A la hora de la comida comió normal… un par de
horas después vomitó por primera vez.
Estaba un poco decaída aunque aún intentaba
jugar, quería seguir a la hermana y a los papás. Llevamos al veterinario a las
2 bebés y después de la revisión se encontró que la temperatura la tenía un
poco alta. La recomendación fue “suero para hidratarlas, muchas veces poca
cantidad para evitar que vomiten”, además les recetaron antibiótico pensando
que podría ser algún bicho. Ese día durmió toda la noche y vomitó toda el agua
y suero.
El viernes seguía sin comer y continuaba
vomitando el suero (La hermana estaba contenta y sin problemas). A las 11 am
salí corriendo al hospital, rápidamente tomaron los datos generales, les
expliqué lo que había ocurrido y solicité que la hospitalizaran y pusieran
suero para hidratarla. Era necesario hacerle análisis y mantenerla en
observación.
En la tarde, en el horario de visita, ya
tenían los primeros análisis de sangre… no era buena la noticia.
Los glóbulos blancos estaban debajo de lo
normal. Esto indicaba una enfermedad por virus (si los glóbulos blancos
estuvieran altos sería una enfermedad por bacterias).
El tratamiento seguía siendo el mismo: suero para hidratar y medicamento para ayudar a su sistema digestivo. Además
medicamento para ayudar a su sistema inmune que estaba debilitado. Era
necesario esperar la evolución.
Dos días después seguía vomitando y ya tenía
1 día con diarrea rojiza (indicios de sangre). El segundo análisis de sangre
trajo malas noticias.
Los glóbulos blancos seguían bajando, tenía
4 días sin comer. La cantidad de medicamentos aumentaba en el suero. Al día
siguiente otra muestra de sangre confirmó las sospechas. La terrible noticia…
El tratamiento era el mismo: suero,
medicamento para ayudar a la pancita por tanto vómito y diarrea y medicamento
para ayudar a su sistema inmune. Ya tenía varios días sin comer, enferma, con
suero y triste de estar en una jaula en el hospital. Los doctores comentaron
que es una enfermedad muy agresiva y que el porcentaje de perros que se salvan
era apenas del 10%. Aunque la noticia era mala, no dejamos de intentarlo, de
visitarla, de apoyarla.
Al día siguiente, había indicios de que
estaba mejor, caminaba un poco y mordía la canalización con el suero. Era como
si dijera que estaba harta de que la picaran y tener una manguera conectada a
sus patitas. En la noche comió un poco. Al día siguiente vomitó solo 1 vez y ya
no tenía diarrea.
Para el miércoles otra muestra de sangre
trajo las noticias que estábamos esperando.
Su sistema inmunológico había hecho lo
necesario y ahora se encontraban en rangos normales los glóbulos blancos. La
enfermedad había perdido la batalla y la bebé estaba lista para ir a casa a
terminar de recuperarse.
Siete días de cuidados, visitas 2 veces al día
al hospital, cariño y caricias, apoyo. Hablamos con ella, le ofrecimos
pertenecer a la familia y participar en ella, compartir la vida con el resto
de la manada… ella eligió vivir y
compartirlo en familia.
Esta es una historia con final feliz. Es
importante observar y conocer a nuestras mascotas. Saber lo mínimo sobre los
básicos de su salud. Temperatura corporal, color de las encías, mucosas, estado
de ánimo, etc.
Comparto esta historia con la intención de
decirles nunca, NUNCA, N U N
C A pierdan la esperanza. Nuestras
mascotas están dispuestas a estar con nosotros y compartir la vida con
nosotros, solo necesitan atención, amor y cuidados.>>
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