25.6.13

Stan no es el primer perro bloguero

Por: Raquel Guerrero Viguri

En pleno 2013 aparece una serie en el Disney Channel llamada "Stan, el perro bloguero", donde un precioso peludo dedica sus ratos libres a escribir en el ciberespacio sus vivencias diarias, compartiendo con gente y otros perritos lo que pasa con él y su familia. Ví un capítulo y me emocioné mucho, puesto que me recordó mis inicios en esto de las bitácoras personales por allá de 2005.

Empecé creando espacios para los temas que ocupaban mi ocio: uno donde hablar sobre televisión y otro en el cuál reflexionar sobre asuntos personales y, casi siempre, poco interesantes. Pero un día por azares del destino encontré El Diario de Verdi, un perrito español de entonces 10 años de edad sumamente activo, que había generado un movimiento muy interesante con canes blogueros de muchas partes del mundo, de todas razas, edades y tamaños. Con su primer post le daba la bienvenida al año 2005, y explicaba el porqué de su nombre (sus dueños eran fanáticos de la ópera). Justo al año siguiente contaba el blog de Pochaco y Toto, mis perros, como parte de la familia perruna que se había conocido a través del internet, donde lo mismo habíamos mexicanos, españoles, argentinos, colombianos o incluso estadounidenses.


Fue una de las mejores experiencias que me hicieron entender la dimensión de una red que comunicara a todos por igual, y como en este caso, que hiciera coincidir en un mismo punto a dueños responsables locos de amor por sus mascotas. Los post giraban en torno a los cumpleaños, los sucesos importantes en la vida de las familias en las que vivían, las pequeñas cosas ocurridas en los paseos, los cambios de comida, el clima, las fiestas de temporada y las llegadas de nuevos miembros, bien fueran de cuatro o dos patas.

La interacción era increíble. En una época donde un blog era el inicio de las redes sociales, todos siempre tenían comentarios lindos y presurosos ante lo que otro más escribía. Buffy, Nano Frontera, Blas, Camila, Golfo, Gaucho, Frodo, Girasol, Spooky, eran sólo algunos de los más asiduos canes blogueros. Quizá esto parezca algo absurdo, o puede que en su momento lo pareciera, pero todos las personas que estábamos detrás de las palabras de nuestros perros teníamos esa inquietud, esa necesidad de expresar de alguna manera todo el amor que hay alrededor de una mascota (en algunas ocasiones hasta resultaron foros de denuncia ante lo que a nuestros ojos estaba incorrecto respecto a los animales) y, sin querer, creo que fuimos parte de un lindo movimiento que ahora, tantos años después, parece una novedad con la aparición de este simpático programa de televisión.

La actividad bloguera de este grupo de perros se terminó con la muerte de Verdi en el 2009. "La Jefa", como llamaba a su dueña, escribió con una profunda tristeza los últimos días con él y los primeros días sin él, compartiendo fotografías, videos y las más sentidas anécdotas que ese hermoso y gran perro dejó en su vida. A partir de ahí los demás dejamos de tener actividad, bueno, en realidad yo había puesto pausa al espacio de mis perros mucho antes por razones laborales.

Hoy releo esos post y no sólo me brota una sonrisa ante cada situación que ahí quedó documentada (aquel donde se narra la llegada de mi primera sobrina es encantador), sino que también me brotan unas cuantas lagrimitas al recordar a mi amado Pochaco, que está a punto de cumplir un año de haberse ido al cielo de las mascotas. Hasta sus cumpleaños quedaron aquí, compartidos desde México y comentados por colegas de todo el mundo para la posteridad. 





Ahora vemos cómo un gato es capaz de mover masas a través de las redes sociales, de expresar sus pensamientos políticos y, por ende, los de unos dueños que encontraron en su animalito la mejor vía para hacerse escuchar. Sin hablar de los mismos temas, las bitácoras de perros cumplieron con esa función: dejar un legado de lo que un grupo de humanos pensábamos, sentíamos, soñábamos o imaginábamos a través de las palabras de nuestros perros. Será porque en el fondo envidiamos la nobleza y sinceridad con la que ellos conciben el mundo (sea cual sea si situación en él), que expresan por medio de miradas, ladridos o cariños; esos mismos sentimientos que nos apropiamos para hacernos escuchar cuando notamos cómo los seres humanos vamos perdiendo toda capacidad de asombro, toda capacidad de amor, de fe y respeto a nuestros semejantes.

Si ustedes conocen blogs, perfiles de Facebook o cuentas de Twitter de mascotas, ¡compártanlas con La casa de Poch! 


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