Hace poco una amiga me platicó algo que me dejó verdaderamente helada: iban ella, su pareja, su hijo pequeño y sus dos perritas caminando por una zona habitacional de Xalapa, cuando una vecina la alertó sobre lo que estaba ocurriendo con las mascotas en ese lugar. Pese a que se dirigía a un par de dueños responsables que traían a sus mascotas con correas y bolsas para levantar sus desechos, la señora les comentó que desde hace poco se realizó una junta de vecinos, puesto que las personas encargadas de la jardinería extendieron una queja ante lo molesto que les resulta podar el pasto y que les brinquen a la cara y ojos las heces de animales, y como medida de prevención para evitar que esto se siga dando dichos vecinos acordaron que quedaba estrictamente prohibido pasear con perros, así fuera con correa, y que a cualquiera de ellos que vieran en las áreas verdes los iban a poner a disposición de la perrera municipal. Tal como lo leen.
Mi amiga (tal como yo) se escandalizó y realizó su propia investigación preguntando a otros vecinos si tenían conocimiento de tal medida. Algunos dijeron no saber, otros más que en efecto ya habían regalado o llevado a sus perros a otros lugares por temor a que se los llevaran, y sobre todo porque no es justo tener una mascota a la que no puedas sacar ni a un jardín para que haga sus necesidades.
Yo en persona no he ido ni constatado tal hecho, pero no dudo en lo absoluto que esto sea una realidad. Estoy tan indignada que prefiero hacerme preguntas sobre este hecho como si se tratara de un caso hipotético, y entonces pienso: ¿de verdad los culpables son los animales? ¿de verdad la gente cree que deshacerse de una mascota es la solución a un problema que es de educación? ¿eso hacemos los seres humanos con los demás seres vivos, cuando nos molestan preferimos recluirlos o matarlos antes de cambiar NOSOTROS de actitud? ¿eso hace la gente con sus ancianos, por ejemplo?
No puedo creer que en lugar de implementar una campaña para educar a la gente a ser DUEÑOS RESPONSABLES no sólo para levantar un desecho, sino para esterilizar y entender la importancia de que en nosotros quepa la prudencia para tener una mejor convivencia, prefieran llamarle a la perrera y "deshacerse" del problema con todo lujo de estupidez. Porque no es más que eso: estupidez, soberbia, pendejez. Ni siquiera se puede acudir a las autoridades, porque mientras aparentemente aquel grupo de vecinos implacables tiene el permiso del Ayuntamiento para disponer de la perrera, cuando se acude a ellos dicen no conocen el problema. Nadie se pone de acuerdo.
Esa gente es la que se queja de que nuestra capital ya no es la ciudad cultural que era antes. ¿Y CÓMO LO VAMOS A SER, SI LA GENTE DEMUESTRA SU INCULTURA Y SU POCO RESPETO POR LOS SERES VIVOS? Es como si dijeran: "éste árbol me estorba, ¡tírenlo!". Y ejemplos como esos hay de sobra.
Es indignante y desafortunadamente no podemos dejarlo en un caso hipotético. Esto es una realidad y me parece que hay que tomar medidas drásticas con nuestro comportamiento, demostrando que no somos sólo personas que sueltan a sus perros para que hagan sus necesidades sin que nada ni nadie nos importe. ¡NO! No nos cuesta nada un cambio de conciencia, como tampoco lo es entender la importancia de esterilizar para que no haya más perros callejeros a los que nadie mira ni atiende.
De verdad, no se nos olvide que todos vivimos en el mismo planeta y todos somos los responsables de todos. Hagamos conciencia.
No estoy seguro de la legalidad de esta medida pues la Constitución Política de los Estados unidos Mexicanos garantiza el libre tránsito por "los confines del territorio nacional". Más bien me suena a rabieta de los vecinos...
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